Valencia se adelantó a otros pueblos que la historia situaría después en mejor lugar caso del francés y el italiano y contó antes que ellos con un texto de la misa en su lengua propia. La traducción del latín, obra del primer profesor de la cátedra de Teología de la Seo de Valencia, Guillem Anglés (1300-1368), está datada en torno a 1360 y se conserva en los archivos de la Catedral en una copia de 1420.
El volumen, considerado de gran valor histórico, nunca había sido estudiado en profundidad ni había sido transcrito hasta ahora. La Universitat de València y el Arzobispado presentaron ayer tarde la primera edición de esta obra, y que recoge el trabajo de diez años del profesor de Teología Javier Serra y el catedrático de filología Antoni Ferrando.
Este último explicó ayer que sólo se conoce una versión anterior en lengua vulgar, la recogida por Alfonso X en Las Partidas. Sin embargo, esta es una traducción literal de la misa en latín, mientras que el documento valenciano incluye además una explicación palabra por palabra del texto e incorpora también unas instrucciones para celebrar la ceremonia, llegando a detalles sorprendentes, señaló, como qué hacer si cae un insecto en el cáliz.
La explicación está en que se trataba de una obra pensada para la formación de clérigos, algunos de los cuales no entendían bien el latín. El contexto histórico, según la información difundida ayer por el arzobispado, añade argumentos a esta interpretación, ya que la traducción surge poco después de la epidemia de peste negra que azotó Valencia en 1350. El clero también debió de quedar diezmado por este hecho y el obispo probablemente se vio obligado a ordenar sacerdotes a personas con escaso conocimiento del latín. El arzobispado, citando a los autores de la edición, remarcó ayer que «nunca se utilizó el misal en valenciano como texto litúrgico para las misas, sino únicamente como ayuda para el sacerdote que no entendiera» el canon en latín.
Un valor especial de la obra de Anglés, comentó ayer Ferrando, es que incorpora todo el texto de la misa (lo que se conoce como el canon), desde el prefacio hasta las formas de consagración o el Padre Nuestro. Estas oraciones más populares (como el Credo también) sí que han tenido traducciones al valenciano en siglos anteriores, pero no el cuerpo en sí de la misa, del que no ha existido versión en lengua propia hasta el siglo XX. Y lo mismo ocurre con otros idiomas romances. Esto es así porque hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965) la Iglesia católica sólo aceptaba el latín para la celebración litúrgica. Otro factor que explica la aparición de una obra de esta naturaleza a mediados del Trescientos es el esplendor teológico e intelectual de Valencia en el siglo XIV. Los trabajos de Vicent Ferrer, Francesc Eiximenis o la Biblia de Bonifaci Ferrer son muestra de ello. Esta última sufrió los efectos de la Contrarreforma del siglo XVII y de ella sólo se conservan fragmentos.
Misa en lengua propia.