El fin de semana pasado por cuestiones personales, una boda, me desplacé hasta León. No tuve tiempo de visitar muchas cosas, pero si tenía una marcada en rojo en la agenda, San Isidoro de León y la visita no me defraudo.
La parte más reconocida y visitada es el Panteón, originalmente fue pórtico o nártex de la Basílica de San Isidoro, de aproximadamente ocho metros de lado. Dos robustas columnas, sobre las que se apoyan siete arcos, dividen el espacio en tres naves.
La cronología del Panteón es dudosa, se daba por fecha segura la anterior a 1063, en que es consagrada la iglesia de Fernando I.
Su función original fue la de cobijar los restos de los reyes de León, es decir un Panteón Real. Según he leído llegó a albergar los restos de veintitrés reyes y reinas, además de infantes y condes. Las tumbas, señaladas únicamente con un epitafio, se mantuvieron intactas hasta la invasión napoleónica, cuando fueron profanadas en busca de tesoros.
A parte de las pinturas, que ahora comentaré, destacan los capiteles, con motivos vegetales, con figuras zoomórficas e historiados, como los dos que decoran el antiguo ingreso en el templo, sorprendentes por ser los primeros que en el arte románico español reproducen escenas evangélicas; como la resurrección de Lázaro y la curación del leproso.
Las pinturas de la conocida como la «Capilla Sixtina de la pintura románica» por tratarse de un conjunto excepcional de pintura románica, tanto por su calidad como por su temprana cronología, tienen una conservación extraordinaria, según nos dijo la guía nunca han sido restauradas, tan solo se han limpiado.
Aunque existen discrepancias se suelen datar durante el reinado de Fernando II, en la segunda mitad del siglo XII.
Se caracterizan por estar realizadas mediante una técnica mixta, temple y fresco. El blanco del encalado sirve de fondo, y sobre él se recortan las figuras con líneas negras. Al blanco y al negro se le unieron colores ocres, rojos y amarillos y variedad de grises.
Se trata de una pintura figurativa aunque no realista, que se sirve de los elementos de la naturaleza animal y vegetal para acompañar a los personajes. Son modelos planos, estilizados y uniformes. Se intenta por medio del lenguaje de los ojos y de las manos, además de las expresiones del cuerpo, dar movimiento y vida a los personajes.
A lo largo de los muros y de las seis bóvedas resultantes, se desarrollan los tres ciclos litúrgicos, Navidad, Pasión y Resurrección, formando un itinerario que tiene su inicio en el muro meridional y que, siguiendo el sentido de las agujas del reloj, culmina en la puerta que le da acceso a la Iglesia. Las escenas, según algunos autores siguen el desarrollo de la misa mozárabe.
Es admirable la habilidad del pintor al disponer las pinturas en unos espacios irregulares. Cada abovedamiento representa una escena, entre las que más me impactaron el Pantocrator en la bóveda central del Panteón, Cristo Pantocrator o Creador del Universo. El tema se enmarca por una orla de llamas, nubes u olas. En el centro, como es habitual, Cristo en Majestad, dentro de la mandorla (almendra) mística bendiciendo y con el libro, con fondo de bóveda celeste, el alfa y la omega. En torno a Él el Tetramorfos (símbolos de los cuatro evangelistas) con sus nombres.
El Anuncio a los pastores, escena campestre cumbre de la pintura románica. El artista sustituye los pastores de Belén por pastores leoneses. El ángel anuncia a los pastores el Nacimiento de Cristo, mientras tanto unos cerdos comen bellotas caídas de un árbol, unas cabras y unas ovejas pacen, un mastín bebe leche del plato de un pastor, dos machos cabríos se enfrentan, otro pastor toca un cuerno y un tercero el caramillo.
La Matanza de los Inocentes, en el centro de la composición el rey Herodes ordena y presencia, sentado sobre su trono, la matanza de los hijos varones del reino a manos de los soldados. Me llamó la atención el realismo y expresividad de la escena.
Y me encantó el calendario agrícola, desarrollado en el intradós de un arco y donde se retrata la vida diaria y real de los leoneses del siglo XII. En Enero (Genuarius) aparece Jano bifronte, que cierra el año anterior y abre el nuevo, simbolizados ambos por puertas. Febrero (Februarius), un anciano que se calienta al fuego. Marzo (Marcius), un personaje poda las vides. Abril (Apriilis), un personaje plantando dos árboles. Mayo (Magius), un personaje monta a caballo para ir a la guerra. Junio (Iunius), el labrador está segando cebada. Julio (Iulii), el labrador siega el trigo. Agosto (Agustus), majando la mies con el manal, un utensilio que aún hoy se utiliza. Septiembre (Setenber), la vendimia. Octubre (October), dando bellotas a los cerdos. Noviembre (Novenber), la matanza del cerdo. Diciembre (Decenber), un personaje sentado a la mesa junto al fuego.
León bien vale una visita, por la ciudad, por su gastronomía, por su historia, por su arte, pero sobre todo por la belleza del Panteón de San Isidoro.
simplemente increible!!!!!!
La verdad es que si
Saludos
Es una maravilla que no me pienso perder el próximo verano.